12.9.13

Cómo vive una chica trans detenida en una cárcel de varones

Argentina.- La Nación.- Desde los 16, Emilce Lobos es Emilce y no Daniel Hernando como figura en el complejo penitenciario federal de varones de Ezeiza, donde está alojada desde hace cinco años a la espera de la decisión de un juez sobre el homicidio que se le atribuye. Ahora, logró que la trasladen junto a otras seis personas transexuales a un pabellón exclusivo para homosexuales y trans. 
Mientras permaneció en pabellones comunes, a Emilce -rubia, cabello largo, maquillada, pechos exuberantes- no sólo la nombraban de "él" o "aquel". En una sala de visitas de la cárcel, Emilce le cuenta a LA NACION que la violaban otros presos y los guardias, que irrumpían en mitad de la noche con "inspecciones"; que le cortaron la medicación por el VIH; que los médicos no se hacen cargo de los tratamientos hormonales y una vez se le encapsuló una prótesis de mama por un golpe que le dio un agente; que como le negaban el derecho a trabajar y a recibir educación que tienen todos detenidos, hizo una huelga de hambre que la dejó un mes internada con anemia aguda. 
 A eso lo pagó- como cuenta- con una reprimenda por su rebeldía: la trasladaron al pabellón de Robledo Puch, en Marcos Paz, alguien que conocía de la televisión y le daba mucho miedo. "Acá en Ezeiza estamos mejor tratadas; unas treinta seremos. Hace un tiempo me casé con Walter, que pasó por gay y está detenido conmigo", dice. 
Este es un derecho que habilitó la ley de identidad de género. Aunque cuenta que le hubiera gustado casarse con nombre que usa desde hace más de media vida, dice que "no conviene tramitar el DNI, para evitar represalias". La ley también permitiría su traslado a una cárcel de mujeres. 
La semana pasada, en un fallo histórico, un juez cordobés autorizó el traslado de una persona trans femenina con el resto de las mujeres. Después de todo lo que vivió, Emilce dice que no está tan segura de pedir ese traslado. 
Hasta 2010, las presas trans estaban alojadas en el Complejo Penitenciario Federal II de Marcos Paz, ya que el pabellón 4 del Módulo I era enunciado por la administración como destinado al encierro del "colectivo homosexual". 
La Procuración Penitenciaria Nacional cuestionó en aquel entonces el criterio según el cual se alojaba a "sujetos homosexuales y travestis como personas a las que se las vincula con delitos contra la integridad sexual". 
 Como mecanismo para intentar resolver el problema se propuso un sistema de división del pabellón "en grupos menores y específicos combinando horarios de encierro en celda individual y de permanencia en los sectores comunes dentro del pabellón (sectorización)". 
Según denunció la PPN, esta sectorización generó "cuadros de depresión" en las personas alojadas en dicho pabellón. "Entre finales de 2008 y mediados de 2009, tres personas fueron encontradas ahorcadas dentro de sus celdas del Pabellón 1/4 del CPF II de Marcos Paz", sostiene el informe 2009 de la PPN. 
 La pelea es una constante en la vida de Emilce. A los 17 años se vino sola de Tucumán "por respeto a su familia". La única posibilidad de trabajo que vio fue la prostitución, hasta que fue detenida. Siempre tuvo y todavía tiene un DNI que no la representa. 
"Siempre me dio vergüenza ir a un hospital a hacerme un control, o estar en un lugar público para hacer algún trámite y de pronto la gente te ve así y te lo grita más. Las veces que sentí una humillación bárbara", recuerda. Ahora, con la ley vigente, podría tramitar la rectificación de su partida de nacimiento, pero prefiere esperar la libertad para eso. 
Adentro tiene demasiados temas que atender, su salud, por ejemplo. "Soy una persona portadora de VIH que negativicé mi enfermedad acá estando presa. Se me diagnosticó la enfermedad estando detenida. Pasé momentos muy horribles", cuenta. Se explaya en las peripecias para recibir atención: "Conseguir un tratamiento me costó días en los juzgados, esperando una audiencia con un juez para que me llamen a un médico legista que me hiciera un estudio y para decirle que yo quería medicarme. 
Tuve que llegar hasta las últimas instancias para medicarme". También tuvo que suplicar para recibir el tratamiento hormonal. "Esas cosas acá no existen. El médico no se hace cargo. Entonces se suspenden todos los tratamientos y arreglátelas. Por eso es que algunas van decayendo. 
Sería un avance bárbaro que se pudieran continuar los tratamientos, igual la lucha sigue, por ahí lo conseguimos", dice. Ruega, casi. Que el Estado debe hacerse cargo de la hormonización de las personas trans lo dice la ley de identidad de género en vigencia. 
"La vez pasada tenía una prótesis de mama que se había encapsulado, terminé en el hospital. Un cirujano me hizo una ecografía y lo que tenía era a causa de un golpe que me habían pegado. Un policía me había dado una trompada".

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