
La tormenta se cernía sobre más de 3.000 kilómetros, desde Texas (extremo sur) hasta el nororiental estado de Maine, y los meteorólogos indicaban que podría durar varios días. Los fuertes vientos y las lluvias heladas convirtieron las carreteras en pistas mortales y derribaron árboles y postes de electricidad.
Los meteorólogos advertían sobre temperaturas peligrosamente bajas, espesas nevadas que eliminarían toda visibilidad y masivas acumulaciones de nieve, que en algunos lugares llegará a entre 1,8 y 2,4 metros de espesor. En más de la mitad de los 50 estados del país se emitieron advertencias sobre ventiscas, tormentas de nieve y lluvias heladas. Las alertas iban desde Dakota del Norte (extremo centro-norte) y Colorado (centro) hasta Nuevo México (extremo sur); luego a lo largo de todo Texas (extremo sur), Kansas y Missouri (sur) hasta llegar a la región de los Grandes Lagos en la frontera con Canadá, y además desde Pensilvania (noreste) hasta Nueva Inglaterra (extremo noreste). Incluso se preveía la formación de tornados y tormentas eléctricas en el sur del país, donde acaba la tempestad. En Chicago (Illinois, norte), el servicio meteorológico indicó que "una peligrosa y multifacética tormenta invernal amenaza vidas humanas" por sus fuertes vientos y copiosas nevadas, y que sería "imposible" viajar. La oficina dio a los residentes una siniestra advertencia: "¡No viajen!" La agencia también advirtió que palear la nieve de las aceras durante una nevada puede ser mortal y recordó que más de 40 personas murieron de infartos cardiacos en 1999.
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