2.8.11

Drama de los hijos de haitianos en el béisbol

Los jóvenes de origen haitiano con interés de jugar béisbol profesional están confrontando serios problemas para probar sus identidades y esto ha atrasado el desarrollo y hasta terminado con las carreras de muchos de esos prospectos.

El Caribe tuvo acceso a los protagonistas de al menos siete casos de haitianos, cuyos sueños de jugar en los grandes escenarios beisboleros han sido frustrados por supuestos fraudes de identidad o la falta total de papeles.

Varias personas con experiencia de béisbol consultadas coincidieron al señalar que los escuchas evitan a los haitianos por temor a que las investigaciones arrojen anomalías en las identidades. Pero muchos de estos casos implican problemas sociales y humanos más importantes que las trampas tradicionales del proceso de firmar peloteros.

Entrenadores y prospectos sienten que hay discriminación y abogan porque las investigaciones de estos casos se humanicen, para que así se puedan salvar carreras. Muchos de estos jóvenes son hijos de indocumentados o han sido declarados por personas que no son sus padres. Mucho antes de que la pelota entre al escenario como posible medio de vida, la intención de los padres es conseguir que sus hijos vayan a la escuela y para ello buscan que amigos declaren a sus vástagos.

Enmanuel Cheri es un torpedero de 18 años, a quien los scouts reconocen habilidades que superan al común de los prospectos y los más conservadores aseguran que su valor supera el millón de dólares.

Pero la madre de Cheri es Altana Nedes, una haitiana con más de 20 años en el país y que nunca fue declarada. Onil Cheri, padre de Enmanuel, separado de la madre desde antes del nacimiento del niño, le dio su apellido recientemente. “Fui declarado por una pareja conocida de mi madre y eso me permitió estudiar, pero ahora tengo problemas para firmar porque debo probar que lo hago con mi identidad correcta”, explicó Cheri con un español tímido pero correcto. El nombre anterior del prospecto fue Enmanuel Santamaría.

El apodo de Cheri es “Tigasó”, que según el pelotero significa muchacho en creole. “Mi madre me llamaba así y se me pegó como apodo”, dijo. Cheri se entrena con Domingo Almánzar (Punga) en el sector de Caballona, donde creció el pelotero. “Llevamos el caso a MLB y nos dijeron que es un caso con solución, pero debemos cumplir con algunos requerimientos como hacerle a Enmanuel una prueba de ADN ante un investigador enviado por ellos”. Esa prueba deberá realizarse en un hospital escogido por MLB. “Estos casos de haitianos son muchos y muy frecuentes, pero no salen a la luz pública”, expresó el entrenador.

Los entrenadores

Domingo Almánzar
Entrenador de Cheri
“Estos muchachos necesitan ayuda de MLB y la Junta Central Electoral. Los haitianos son más cercanos a nosotros que los cubanos y colombianos y ellos no tienen problemas para recibir buenos bonos. Pueden terminar en delincuencia si no juegan”.

Edward Ramírez
Entrenador de Lucnel
“Adilace es un lanzador especial y los scouts están tímidos porque es haitiano y quieren asegurarse. Llegó desde Montecristi hace tres meses y lo voy a llevar a MLB para que depuren su caso. Estoy confiado en que va a firmar por un buen monto y luego llegará a las mayores”.

Con el pasaporte en la mano

Adilace Lucnel Prophete nació en Folibiatec, pueblo haitiano cercano al fronterizo Juana Méndez el 11 de enero de 1994. El pitcher ha gustado a los scouts que lo han visto en la lomita pero ninguno acaba de dar el paso de firmar a este prospecto que vive en Montecristi desde que tenía cinco años junto a sus padres Licnea Lucnel y Rosanna Prophete. “Solo quiero jugar béisbol y ayudar a mi familia”, expresa el joven pitcher que porta su pasaporte haitiano en el mismo bulto que guarda su guante y pelotas”. Un lanzador con una recta entre las 90-92 millas por hora, Lucnel es un joven fuerte con 6-2 de estatura y presencia intimidante en la lomita.

Otro caso llamativo es el de Matilá, apodo de Jean Pier Pierret, un joven que reside en el 12 de Haina y perdió su condición de prospecto de altas luces, mientras luchaba por demostrar que su identidad no estaba alterada. El torpedero ya cumplió 23 años y aún practica en el programa del pelotero Eddy Garabito. “Yo pienso que a los haitianos deben darle más oportunidades porque si lo sacan del deporte, tienen que coger la calle”, opinó Garabito. En el 12 citaron a otro jugador de nombre Alberto Pie, quien dejó de ir al play porque “se desencantó de tanto bregar con los papeles”.

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